La pericope adulterae ha sido, sin lugar a dudas, uno de los textos más debatidos en la historia de la crítica textual del Nuevo Testamento.[1] La evidencia sugiere que el pasaje de Juan 7:53-8:11 no forma parte del corpus original del Evangelio de Juan, sino que representa una inclusión e interpolación posterior.[2] De acuerdo con Bruce M. Metzger, la certeza "para el origen no-joanina de la pericopa del adulterio es abrumadora".[3] Esto debido a que no es encontrada en los manuscritos más confiables y tempranos, tales como 𝔓66 y 𝔓75, fechados en el siglo segundo; ni mucho menos en el 𝔓39vid, fechado en el siglo tercero.[4] Pese a ello, el relato de la pericope adulterae aparece por primera vez en textos griegos a principios del siglo V en el Códice Bezae (D)[5] y posteriormente aparece en el Códice Basiliensis (E) en el siglo VIII d. C.[6] Otro aspecto por considerar es que la locación de la pericope adulterae en los MSS donde aparece es incierta, en algunos se halla al final del Evangelio de Juan, en otros es insertado después de Juan 7:44, o después de Lucas 21:38 o bien entre el final de Lucas y el inicio de Juan.[7] Lo que ha llevado a muchos a considerar que el relato de la mujer adúltera es una extrapolación e inclusión por algún escriba. No obstante, la Vulgata Latina de Jerónimo incluye la pericopa (c. 383), y a raíz de ello, se estima que es un testigo indirecto del pasaje del Evangelio de Juan.[8] Lo mismo puede ser dicho de los padres de la iglesia, por ejemplo, es omitido por Origenes en su comentario sobre Juan,[9] pero es mencionado por Dídimo en su comentario a Eclesiastés como también lo hacen Ambrosio de Milán, Eusebio y Papias.[10]
Por otro lado, algunos proponen que la frase Οὐδὲ ἐγώ σε κατακρίνω (Juan 8:11), parece ser una interpolación que es encontrada en el Protevangelium Iacobi, un apócrifo del siglo II d.C. En el Protevangelium se lee οὐδὲ ἐγὼ κατακρίνω ὑμᾶς (16:2), encontrando un paralelo importantísimo en la dependencia literaria de la pericope adulterae.[11]
Ahora bien, respecto a la evidencia interna, el argumento lingüístico para la omisión de este pasaje se basa en la estadística de las palabras de la pericope adulterare en relación al uso joánico, es decir, se ha argumentado que 14 de las 75 palabras preferidas por Juan, ocurren en 7:53-8:11, o sea que la mayoría de las palabras comunes de la literatura joánica no aparecen en esta pericopa, por lo que, se infiere que esto debe ser una interpolación al cuarto Evangelio.[12] Pese a ello, el método estadístico se ha puesto en duda, debido a que, en principio, no considera el modo, el propósito o el tema del autor.
Sin embargo, la evidencia interna indica que el Evangelio de Juan acostumbra a usar la conjunción δε, el demostrativo τουτο y la forma verbal λεγειν, como elementos introductorios a las narrativas.[13] Por lo mismo es sugerente que estos mismos elementos sean encontrados en 8:6: τοῦτο δὲ ἔλεγον πειράζοντες, dando al menos una clara alusión del estilo del autor del libro, y por ende, poder considerarlos como una inclusión de carácter joánico.
Por último, Larry Hurtado (in memoriam), concluye que el relato de la pericope adulterae, aunque no es atestiguado por los manuscritos más antiguos, por su contenido, entre otros, sí pertenece como una inserción secundaria, pero que es heredera de la tradición joánica.[14] Es decir, que el relato de la mujer adúltera puede ser trazado a la tradición apostólica debido a la evidencia textual disponible presentada más arriba.[15] Aunque no es nuestra intención responder si pertenece o no al autor del Evangelio de Juan, sí creemos que la pericopa es de carácter canónica y que puede ser trazada a las mismas palabras de Cristo,[16] y de acuerdo con John David Punch, incluso, podemos arriesgarnos a concluir que, este relato, puede ser trazado a la misma composición joánica.[17]
Por Mg. Josué A. Gajardo
[1] David Alan Black and Jacob N. Cerone, eds., The Pericope of the Adulteress in Contemporary Research, LNTS 551 (New York: Bloomsbury, 2016).
[2] Ernst Haenchen, Robert Walter Funk, y Ulrich Busse, John: a commentary on the Gospel of John, Hermeneia—a Critical and Historical Commentary on the Bible (Philadelphia: Fortress Press, 1984), 22: “The author did not consider the pericope of the woman taken in adultery to be an original part of the Fourth Gospel”; Colin G. Kruse, John: an introduction and commentary, vol. 4, Tyndale New Testament Commentaries (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2003), 197: “It is very unlikely that this attractive story was an original part of the Fourth Gospel”; D. A. Carson, The Gospel according to John, The Pillar New Testament Commentary (Leicester, England; Grand Rapids, MI: Inter-Varsity Press; W.B. Eerdmans, 1991), 333: “Despite the best efforts (…) to prove that this narrative was originally part of John’s Gospel, the evidence is against him, and modern English versions are right to rule it off from the rest of the text (niv) or to relegate it to a footnote (rsv)”; Raymond E. Brown, Joseph A. Fitzmyer y Roland E. Murphy, Comentario bíblico San Jerónimo, Tomo IV (Madrid, España: Ediciones cristiandad, 1972), 466: “Esta sección y la siguiente tratan de un episodio de la tradición evangélica no joánico e interpolado”; Gary M. Burge, «John», en Evangelical Commentary on the Bible, vol. 3, Baker reference library (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1995), 858: “The section about the woman caught in adultery (7:53–8:11) has always proved difficult”; Marcus Dods, «The Gospel of St. John», en The Expositor’s Bible: Luke to Galatians, ed. W. Robertson Nicoll, vol. 5, Expositor’s Bible (Hartford, CT: S.S. Scranton Co., 1903), 172: “This paragraph, from chap. 7:53–8:11 inclusive, is omitted from modern editions of the Greek text on the authority of the best manuscripts. Internal evidence is also decidedly against its admission”.
[3] Bruce Metzger, A textual Commentary on the Greek New Testament, (4th rev. ed., London; New York: United Bible Societies, 1994), 187.
[4] Philip W. Comfort, New Testament Text and Translation Commentary (Carol Stream, IL. Tyndale House, 2008), 286.
[5] El códice Bezae (D) ha sido muy criticado por los eruditos en critica textual al contener varias interpolaciones, sin embargo, se reconoce que el Códice D es el más representativo que puede ser trazado hasta el siglo segundo, véase: Bruce M. Metzger y Bart D. Ehrman, The texto of the New Testament: Its transmission, corruption and restoration (4th ed. New York: Oxford University Press, 2005), 70-73; Aland, Kurt y Barbara Aland. The Text of the New Testament: An Introduction to the Critical Editions and to the Theory and Practice of Modern Textual Criticism (trans. Erroll F. Rhodes; 2nd ed.; Grand Rapids: Eerdmans, 1989), 103.
[6] William L. Petersen, “Οὐδὲ ἐγώ σε [κατα]κρίνω: John 8:11, the Protevangelium Iacobi, and the History of the Pericope Adulterae”, ed. Jan Krans and Joseph Verheyden, Patristic and Text-Critical Studies (Leiden, Boston: Brill, 2012), 303.
[7] Para una discusión más profunda, véase: Chris Keith, “The Initial Location of the Pericope Adulterae in Fourfold Tradition”, Novum Testamentum, Vol. 51, Fasc. 3 (2009): 213.
[8] William L. Petersen, “Οὐδὲ ἐγώ σε [κατα]κρίνω, 304.
[9] Origen, Origen: Commentary on the Gospel According to John, Books 12-32, trans. Ronald Heine, FC 89 (Washington, DC: Catholic University of America Press, 1993), 166–169, citado por Steven Grabiner en “Pericope adulterae: A most perplexing passage”, AUSS Vol. 56, No. 1 (2018): 94, nota 15.
[10] William L. Petersen, 307.
[11] Ibid., 312.
[12] Alan F. Johnson, “A stylistic trait of the Fourth Gospel in the pericope adulterae?”, Bulletin of the Evangelical Theology Society, 93.
[13] Alan F. Johnson, 95. El autor demuestra que ocurre en diez lugares del evangelio: 6:6, 77; 7:39; 11:13,51; 12:6,33; 13:11,28;21:19.
[14] Larry Hurtado, “The Pericope Adulterae: Where from Here?”, en The Pericope of the Adulteress in Contemporary Research, 158.
[15] Para una discusión canónica de la pericopa, véase: Carl B. Bridges, “The canonical status of the Pericope Adulterae (John 7:53-8:11)”, Stone-Campbell Journal 11 (Fall, 2008): 213-221. Carl concluye que “[l]a disposición indulgente de Jesús (‘tampoco te condeno’) y sus exigencias morales (‘vete y no peques más’) disfrutan de una amplia documentación en otros lugares de los Evangelios. Por esta razón, podemos ver con seguridad la pericopa no como canónica, sino como una expansión benigna del canon.” (220). También una conclusión similar puede ser encontrada en Armin D. Baum, “Does the Pericpe Adulterae (John 7:53-8:11) have canonical authority? An interconfessional approach”, Bulletin for Biblical Research 24.2 (2014): 163-178.
[16] Ver discusión en Joachim Jeremias, La última cena: Palabras de Jesús (Madrid, España: Ediciones Cristiandad, 1980), 220-22; Joachim Jeremias, Palabras Desconocidas de Jesús (Salamanca: Ediciones Sigueme, 1990), 53-107.
[17] John David Punch, “The Piously Offensive Pericope Adulterae” en The Pericope of the Adulteress in Contemporary Research, 7-31.